LA DERECHA ESTÁ DE FIESTA… ¿Y EL PUEBLO?
Mientras venden libertad en cuotas y fe a precio dólar, la derecha arma su fiesta privada. Adentro, aplausos y PowerPoint. Afuera, periodistas asustadas y un pueblo que nunca está invitado… pero igual paga la cuenta.
EDITORIAL
David Alos
7/23/2025


Hay olor a incienso libertario en el aire. Y no, no es un chiste. Se celebró el Derecha Fest —sí, le pusieron “fest”, como si un par de charlas con olor a polilla y merchandising con banderitas pudiera compararse con algo que no dé ganas de huir en ojotas.
Mientras el país hace malabares para llegar a fin de mes, los iluminados de siempre decidieron armar su propio Lollapalooza ideológico. ¿El line up? Pastores con PowerPoint, influencers con complejo de cruzados, biólogos que juran que la ciencia grita “¡viva el patriarcado!” y el Gordo Dan, que abrió con un “me chupa la pija la opinión de los cucas”. Clásico discurso de apertura para una “batalla cultural”. Si esto es una guerra, claramente se quedaron sin municiones, pero con mucho odio de stock.
El evento no fue gratis. Salía 35 lucas la entrada. Aunque el salón tenía capacidad para 4.000, vendieron 2.500 y dijeron que estaba “agotado”. Trucos de magia libertaria: donde no llegan las ideas, llega la contabilidad creativa. Para llenar el espacio, recurrieron a veteranos de Malvinas, fuerzas de seguridad y, por supuesto, a ese ejército de indignados de WhatsApp que sueña con volver a 1950 sin haberse movido del 2001.
AUTOR
David Alos
El primer panel fue “Batalla Espiritual”. Una charla donde Dios no te abraza, te saca la tarjeta roja. Hombres de fe hablando de teología, libertad individual y marxismo cultural como si mezclaran el viejo testamento con la cartilla de prepagas. Si no estás con ellos, sos parte del Apocalipsis. Y encima lo hacen sin metáfora: literalmente, sos un hereje. O peor, un zurdo.
Después siguió el bloque de “cine y política” con un director que nadie vio filmar jamás. Diego Recalde, que se dedica a bardear al INCAA como si fuera el villano de su biopic. No habla de cine, pero sí del “peronismo como enfermedad”. Básicamente un charlatán con trauma de festival.
Siguieron los paneles con sabor a spam: periodistas que no odian lo suficiente a los periodistas, influencers que dicen “dictadura del género” sin sonrojarse y Agustín Laje, que le encontró forma a lo que muchos no se animan a decir: si no pensás como él, sos malo. Literal. Malvado. Personaje de Disney versión panfleto. La izquierda ya no es una ideología: es una amenaza existencial a tu billetera.
¿Y el broche de oro? Javier Milei. El protagonista de esta ópera libertaria donde los precios suben por milagro, pero la inflación baja por decreto. Nos dice que lo suyo es un “milagro”. Y puede que tenga razón: hace magia con los datos, desaparece el Estado cuando hay que garantizar derechos, y multiplica el hambre con políticas de Excel. Aplauden mientras más gente duerme en la calle. Dicen que es por libertad. O por elección. O por termotanque subsidiado, qué sé yo.
Si estás desprevenidx, te preguntas cómo carajo hace Milei para que la gente le siga creyendo y no condene a estas actuaciones del Presidente, y te lo vamos a intentar explicar con dos cuentitas matemáticas, capaz que con esto entiendas un poco: Adorni y sus 208 empleados en la Secretaría de Comunicación tienen un presupuesto de 27 mil millones de pesos, es decir, un presupuesto de 130 millones per cápita, un número que haría llorar a cualquier rector de universidad pública, ¿por qué? Porque las universidades nacionales en total tienen 250.000 empleadxs y un presupuesto de 3.8 billones de pesos, algo así de 15 millones por cabeza. Ni te cuento si agarramos el presupuesto para la SIDE. Así estamos: se comunica mal y mucho, se desinforma todo el tiempo, te espían un montón, se dicen pocas cosas con contenido serio, se apuesta menos a la educación y se miente demasiado.
La derecha está de fiesta. Y el pueblo... bueno, el pueblo está haciendo fila para ver si le alcanza con cargar la SUBE.



