LA “LIBERTADORA” Y EL ALUVIÓN ZOOLÓGICO.

Junio es un mes particularmente llamativo en la historia del movimiento de masas más convocante de Argentina. Es el mes en que, en distintos años, ocurren hechos que quedaron marcados a sangre y fuego. Entre ellos y el que nos convoca: los fusilamientos de José León Suárez, piedra basal de la Resistencia.

OPINIÓN

Jeremías Tejada

6/11/2025

El 9 de junio se cumplieron 69 años de los fusilamientos ilegales a civiles en los basurales de José León Suárez, hecho que marca el comienzo de la Resistencia Peronista. Un fallido intento de golpe comandado por el General Juan José Valle que pretendía tomar el poder para que Juan Domingo Perón volviera del exilio y pudiera regresar al poder después de haber sido derrocado por la autodenominada "Revolución Libertadora" en 1955. El regreso de Perón ocurrió recién en 1973 con el triunfo de Cámpora en las elecciones presidenciales.

Aquella noche del 9 de junio de 1965 la policía bonaerense mandaba a fusilar ilegalmente a doce militantes peronistas, de los cuales solamente siete lograron escapar.

Este hecho llegó a manos de Rodolfo Walsh quien, a partir de la frase “¡Hay un fusilado que vive!”, se inspiró a investigar los hechos, investigación que culminó con su libro “Operación Masacre”.

AUTOR

Jeremías Tejada

Pero José León Suárez y los fusilamientos no fue lo único que caracterizó el odio antiperonista de la oligarquía, también bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo, desaparecieron el cuerpo de Eva Duarte de Perón, destruyeron todas sus pertenencias y sus obras y la fundación que llevaba su nombre, demolieron el Palacio Unzué que era la residencia presidencial, proscribieron el peronismo, prohibieron nombrar a Perón, a Eva, hasta restringieron que se pudiera decir “peronista” o “justicialista”.

Aquel odio corporizado en el peronismo, en realidad, es nada más y nada menos que el odio a los negros, a las y los trabajadores, al aluvión zoológico, a los cabecitas negras, a las políticas de justicia social, a la solidaridad y la organización de la clase trabajadora. Odio y rechazo que sigue expresando el poder económico al día de hoy.

Lamentablemente, venimos de presenciar recientemente el avance del gobierno encabezado por Javier Milei sobre el Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Históricas “Juan Domingo Perón” y el café bar “Un café con Perón” que funcionaban en uno de los edificios de la que antes fue la residencia presidencial demolida, última estancia de Perón y lugar donde falleció Evita.

Con represión mediante, fue detenido Juan Grabois quien se solidarizó con las y los trabajadores del bar y el instituto que, para el sábado 7 de junio, convocaron a un abrazo simbólico en defensa de sus puestos de trabajo.

Esto sumado al anuncio de la Corte Suprema de declarar firme la condena que pesa sobre Cristina Fernández de Kirchner que, convenientemente, sucedió después de que se anunciara públicamente que iba a ser candidata en las elecciones legislativas de la Provincia de Buenos Aires. Además del hostigamiento por parte de los medios de comunicación, la campaña constante en las elecciones porteñas y los desesperados intentos de alianza de la ultraderecha para las elecciones de la PBA con la premisa de borrar al peronismo y al kirchnerismo de la historia, hacen que nadie deba hacer un esfuerzo mental importante como para hacer una analogía entre la actualidad y aquellos años de proscripción y persecución.

Menos aún cuando Javier Milei y su gobierno enarbola la bandera de la libertad sin aclarar nunca a qué libertad se refiere, ya que las libertades individuales y colectivas se ven cada vez más reducidas con las políticas que impulsa que, dicho sea de paso, las mismas atentan contra el pueblo. Pareciera ser que, como Aramburu y Rojas, pretende “liberar” al país del peronismo y eso nunca se ajusta a derecho.

Para hacer una analogía a modo de ejemplo, es la eterna lucha de David contra Goliat. En este caso, el poder económico concentrado ocupa el lugar de Goliat y el pueblo eternamente relegado al puesto de David. Pareciera que en el horizonte no existe la posibilidad de torcer nuestra suerte desde un gobierno popular al frente del Estado, cuando el futuro solo augura hambre, miseria y saqueo. No hay justicia de ningún tipo ni esperanza posible cuando se rompe la República y se daña la democracia, y eso atenta de lleno con la consigna que supimos hacer carne desde el retorno de la Democracia: Nunca Más.