LA MÚSICA Y SUS MENSAJES: ¿QUÉ ESTAMOS CANTANDO?

No es nostalgia ni queja generacional. No se trata de decir que “todo tiempo por pasado fue mejor”, sino de hacernos una pregunta urgente: ¿qué estamos escuchando? ¿Qué mensajes nos transmiten las canciones que coreamos a diario? ¿Nos estamos deteniendo a pensar qué implica este mainstream despolitizado y vacío de contenido?

OPINIÓN

David Alos

7/2/2025

Escribo desde una sensación persistente. Cada vez cantamos más letras que, aunque nos las sepamos de memoria, no nos dicen nada. Canciones que glorifican el presente como lo único posible, y que se revuelcan en frases hechas como “querete”, “lo importante sos vos”, “si no estás bien con vos, no podés estar bien con lxs demás”. Y ojo, esto no es una crítica a las juventudes ni a ningún grupo en particular. Es un fenómeno transversal, que atraviesa edades, clases sociales e ideologías.

La música es parte de nuestra vida cotidiana. Escuchamos cuarteto mientras limpiamos, baladas pop cuando estamos enamoradxs, reguetón en la previa del viernes. Pero más allá del disfrute, ¿somos conscientes del mensaje que reproducimos? La música no solo acompaña, también construye sentido. Influye en lo que sentimos, en lo que pensamos y en cómo nos vinculamos con el mundo.

AUTOR

David Alos

Vivimos en una sociedad profundamente individualista. Lo sabemos y lo repetimos. Pero rara vez nos preguntamos qué papel juega la música en esa construcción. Muchas veces, las canciones que elegimos escuchar refuerzan ese aislamiento, esa lógica de “sálvese quien pueda”, de que la salida es personal, cuando en realidad la única salida es colectiva. Y no, no es una nota más inspirada en el eternauta, sino que es la pura verdad.

Y no, esto no es rock vs pop, ni trap vs folklore. Sino de poder interpelarnos, la música tiene que tener algo para decirte, para comunicarte. La música, como cualquier forma de arte, debería decir algo, movilizar algo, invitar a pensar, a sentir, a actuar. Cuando solo habla del presente sin proyección, cuando idealiza cuerpos, estéticas o vidas inalcanzables, sin mencionar el contexto ni las desigualdades, estamos ante una música despersonalizada y despolitizada. Una música que entretiene, sí, pero no incomoda ni transforma.

Y no se trata de bajar línea ni de que todo sea militancia. Hay lugar para el amor, el perreo y la fiesta. Lo que necesitamos es que haya también un mensaje, una toma de posición. Porque como me dijo una vez una gran artista sanjuanina: “el micrófono es un arma muy poderosa”. Subirse a un escenario es tener la oportunidad de que una voz sea escuchada, y en ese instante puede nacer una incomodidad transformadora. Callar ante la injusticia por miedo a perder público no es neutralidad, es complicidad.

Vivimos en tiempos absolutamente individualistas, es verdad, por eso es necesario que los mensajes no solo lleguen sino que se envíen.

Es urgente recuperar una música que nos despierte. Que hable de los que sufren, de los que luchan, de quienes resisten. Que visibilice, porque nombrar es empezar a resolver. Que incomode, porque el confort permanente no transforma nada.

Claro que la alegría importa. Nadie niega el valor de la fiesta, del baile, del goce, de la rumba y el perreo, no lo niego, son importantes y necesarias. Pero esa alegría vacía, construida sobre la negación de los problemas reales, solo perpetúa horizontes imposibles y frustraciones colectivas. Necesitamos resignificar la alegría: encontrarla también en la lucha, en la resistencia, en el amor que se construye a pesar de todo.

Te propongo un ejercicio. Escuchá la canción “Creo”, de Callejeros. Si no te moviliza, si no te parece una declaración de amor que marca una posición clara sobre a dónde debemos apuntar para estar mejor, si no te sacude por dentro, quizás es hora de revisar esa desconexión. Tal vez te olvidaste cómo suena una canción que ama de verdad, desde la trinchera, desde la esperanza. nunca escuchaste como suena la música cuando realmente habla de amor verdadero. Un poco de eso es lo que tenía en la cabeza cuando empecé a escribir esto, mil canciones que se la jugaron y se la juegan por un mundo mejor.

La música que cambia el mundo existe. Solo tenemos que volver a prestarle atención, que aunque la música "de protesta" hace mucho tiempo se toma sus licencias para el goce podemos ser lxs protagonistas y escribir las próximas canciones.